Se dice que un niño con sentido del humor es más capaz de hacer amistades duraderas, ser querido por sus iguales y extender ese buen rollo a sus relaciones adultas para administrar con mayor éxito las frustraciones, evitar los conflictos y, en definitiva, sufrir menos y disfrutar más. Además, el sentido del humor está relacionado con la inteligencia, la autoestima, la creatividad y la resolución de problemas.
En los primeros meses la risa de los bebés es estimulada con juegos físicos (cosquillas, etc.,) pero a los seis o siete meses, cuando los bebés empiezan a entender un poco el mundo que les rodea, les encanta ver lo conocido dado la vuelta, es decir, comienzan a disfrutar de la esencia misma del humor.
Los padres que se ríen fácil y frecuentemente con sus hijos entienden que el humor es una buena herramienta a la hora de relacionarse con sus pequeños, además, la complicidad que crean las risas y los buenos ratos es una especie de lenguaje íntimo, que aquí os dejo el ejemplo de una madre con su hija: “Yo suelo llamar a mi hija Martina como si fuera Robin Hood de los bosques, fingiendo que mi mano es un cuerno y haciendo “tu, tu, tuuuu”. Ahora Martina, que ya tiene un año y ocho meses, cuando quiere que me acerque a ella o quiere pedirme algo, hace el mismo movimiento y sonido, algo que sólo nosotras entendemos y nos hace mucha gracia,” explica Celia.
los expertos en psicología infantil afirman que el humor puede ser enseñado y aprendido. En esto se parece a un músculo que debe ser trabajado regularmente. Y no se trata de apuntar al peque a un curso de monólogos para bebés… el truco: ser su mejor modelo.
¡¡No hay nada más lindo que ver a un bebé sonreír!!
Pues la verdad es que es curioso ver como desde muy pequeños desarrollamos esa capacidad, además con muchos matices. Entienden el humor, saben bromear y desarrollan un sentido propio desde temprana edad.
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