La infancia es ese baúl mágico que tantos buenos recuerdos nos deja. Y no solo eso, es ese vínculo con el pasado que nos ayuda a crecer con seguridad y felicidad, es esa pátina de luz donde se entremezclan las primeras experiencias con el desarrollo de nuestra personalidad, de nuestras emociones.
Todos hicimos “algo” en el pasado. Esa travesura tremenda que ha quedado como un pacto de silencio entre tus amigos y tú...Puede que no tuviera consecuencias y que nadie se enterara de aquello, puede que recibierais el mayor castigo de la historia y que todavía te recuerden en casa lo díscolo que eras. Sea como sea, todos guardamos en la mente esa inolvidable travesura que, aún ahora, nos hace sonreír. ¿Cuál fue la tuya?
O ese amor imposible. Puede que con 4 años te enamoraras de aquella niña de ojos enormes, o de ese niño con cara de malo. O que con 11 años, suspiraras por ese amor imposible hacia tu maestro o tu maestra. el amor no tiene edad.
Y que me decís de aquellas tardes con sabor a chocolate, en el que el tiempo, parecía estancado en una felicidad absoluta. Cuando todo era posible...
Los miedos de nuestra infancia son pilares ocultos que, aún hoy, pueden seguir asustándonos, es posible que aún recuerdes el rostro desagradable de ese vecino que solía llamarte la atención casi por cualquier cosa…o aquel río o piscina en el que casi te ahogas cuando estabas aprendiendo a nadar…. ¿Cuáles eran tus miedos?
y por último esa serie de televisión o dibujos animados que no te perdías por nada... ¿Cuál es la tuya?
¡QUIÉN VOLVIERA A LA INFANCIA!